viernes, 11 de septiembre de 2015

Tentadora sumisión- Capítulo IV

<<¿En qué estaba pensando?>>
Mentalmente Akia se daba un golpe por haber seguidos sus instintos sin pensarlo bien antes. Se encontraba parado frente a la cama, donde Brian estaba sentado sin pronunciar palabra alguna, pensando que debía hacer.
Su lobo le suplicara que se dejara guiar por el águila, pero no podía dejarse ver tan... "perra" como le diría su padre. El deseo de sentir los labios de Brian sobre su boca de nuevo y también en todo su cuerpo lo hacían sentir extremadamente culpable y avergonzado, por primera vez se cuestionó el ser un digno Alfa para sus hermanos y su manada.
De la nada recordó a su amigo Galo, ese lobo no tenía problemas en contar sus encuentros sexuales. No daba nombres, aunque si detalles de cómo sus compañeros en la cama se comportaban como unas perras. Akia se mostraba desinteresado por las cosas que su amigo le contaba, pero en el fondo siempre temía terminar comportándose de ese modo y el hecho de que al encontrar a su pareja su lobo se haya fascinado con la idea de someterse no ayudaba a tranquilizarlo y dejarse llevar.
De pronto regresó de sus pensamientos al darse cuenta de que Brian se había puesto de pie, sacándose los pantalones junto con su ropa interior en el proceso, para luego sentarse nuevamente apoyado su espalda en el respaldo mostrando su hombría, sin una pisca de pudor.
Desde que habían entrado al cuarto no habían pronunciado palabra alguna y de ello ya habían pasado veinte minutos. En su mente quería dar un paso atrás por lo que estaba contemplando. Brian era estaba bien dotado y lo intimidaba, pero no podía dar marcha atrás y mostrarse como un cobarde.
<<Si das marcha atrás serás un cobarde y si sigues hacia adelante serás una perra ¿Cuál es peor?>>
Su estomago se agitó cuando dio una paso hacia la cama y la sonrisa triunfante de Brian lo excitó.
"Iré en busca de un culito que se me entregue con menos drama"
Recordó esas palabras que Brian le había dicho y frunció el ceño ante esa idea y sin darse cuenta, se encontró acercándose más a su pareja gateando sobre la cama. Se arrodilló de golpe al percatarse de lo que estaba haciendo. En un intento de serenarse aspiro el aroma de su pareja logrando más estragos en su confundida mente. ¿Realmente estaba bien? Se cuestionaba mentalmente, no podía evitar sentir que todo era incorrecto.
—No lo pienses tanto— calmadamente Brian le indicó que subiera sobre su regazo, la mirada de Akia cayó hacia el miembro erecto del águila y se pregunto si su pareja estaba loco por pensar que indicarle que se siente sobre su amigote lo iba a calmar o a dar más confianza —si sigues mirándome con esos lindos ojos no voy a contenerme más y te atacare.
—Estás loco— suspiró e inconscientemente miró hacia la puerta. No quería admitirlo, pero estaba realmente estaba aterrado con la idea de tener sexo y perder su hombría en el acto.
Brian veía atentamente como su pareja contemplaba la salida ¡¿Akia se atrevería a huir?! No, el pulgoso no tenía razones para huir. Nadie lo estaba obligando a hacer nada, es más, el le había dado el ok al águila para intentar conocerse un poco más físicamente. ¿Tanto le desagradaba la idea a su pareja de tener sexo con un hombre? Bueno, en el fondo Brian sabía que no era el mejor para juzgar a Akia ya que el renegó bastante del que su pareja no sea una mujer.
>>paciencia, calma... no seas una bestia...no lo hagas...<<
Respiró profundamente y sintió un dulce aroma, su olfato no era como el de los lobos pero podía sentir el aroma de su pareja y este lo calmaba.
—Akia— obtuvo la atención inmediata del lobo –, sé que esto no es fácil pero no quieres al menos inten...
<<¡¿Pero qué mierda?!>>
La mano de Akia había tomado firmemente el pene del águila, viéndolo con esos ojos dorados que tanto enloquecían la mente de Brian y luego lo soltó volviendo su mirada hacia la salida mientras se mordía el labio.
—Desnúdate— a la mierda con la paciencia y la compresión, Brian se encontraba al tope de la locura. Aguantar las ganas de saltar sobre su pareja todas esas semanas que estuvo indefenso en su cama fue algo insoportablemente tortuoso.
—Nunca me des órdenes— los ojos dorados de Akia seguían trasmitiendo deseo y miedo, pero a la vez había molestia.
Usualmente Brian se pondría en guardia para recibir un ataque de un lobo molesto con él, pero su mente no estaba funcionando del todo bien. Quería estar con su pareja, la atracción era enorme.
—Cariño, no le tocas el pene a alguien extremadamente caliente y esperas que no suceda nada— su tono fue tosco a hablar mientras tomaba la cadera de Akia firmemente para atraerlo. Tenía que tomar el control de la situación, sino jamás lograría nada con el pulgoso.
Por un momento olvidó de que se trataba de un lobo al que intentaba dominar, pronto lo recordó al recibir un golpe en el pecho que lo hizo caer al suelo. Antes de que pudiera reaccionar ante el ataque escuchó un gruñido y el peso de Akia cayó sobre él.
Brian había soñado con tener a su pareja sentado sobre él, pero no exactamente sobre su estomago, vestido y con sus garras adentradas en la piel de sus hombros.
El águila tendría que estar intentando zafarse de su agarre pero para sorpresa de Akia su pareja al parecer era estúpido, ya que lo miraba con una media sonrisa, como si no se pudiera creer lo que acababa de pasarle. ¡El maldito se estaba divirtiendo mientras él la estaba pasando mal!
Nadie le daba órdenes o le levantaba la voz de forma autoritaria, eso le molestaba antes y en los últimos años se había hecho más duro con eso y su pareja no sería la excepción o por lo menos eso era lo que quería pensar, pero su mente no paraba de mandarle imágenes eróticas de Brian dominándolo de muchas maneras.
Fue aflojando el agarre de sus manos, pensando que lo que provocaba esas imágenes en su cabeza era el contacto con su piel, cuando se dio cuenta que la posición que había tomado no era la más conveniente toda la molestia que sintió hace pocos momentos se esfumo para darle paso a la vergüenza.
—Akia— Brian tuvo la atención de esos ojos dorados que tanto lo encendían —, no te reprimas conmigo, cariño.
Lentamente fue acariciando las piernas de Akia, que se encontraba en ambos costados de su torso, subiendo hasta llegar a sus caderas. Su respiración casi se para cuando vio como el lobo lentamente, después de un corto momento de vacilación, se desabrochó la camisa dejando al descubierto la parte de arriba de su cuerpo.
Realmente el pulgoso tenía un excelente cuerpo, hermoso ante los ojos de Brian, pero claro que no podía decirle ese cumplido ya que seguramente no le caería nada bien. Pasó la mano izquierda por su espalda más firmemente haciendo que Akia se curvara hacia abajo y pusiera sus manos, aun con las garras al descubierto, a cada lado de la cabeza de Brian. Dejando una corta distancia entre sus rostros.
La lengua de Brian lamió el labio inferior de Akia logrando que este terminara con esa corta distancia de sus bocas para juntar sus labios y comenzar un beso, en el cual el águila podía notar que luchaba por el control.
Se rió mentalmente por lo orgulloso que era su pareja y lo mucho que iba a costar entenderlo del todo. Poco a poco, entre más sus lenguas se batían a un duelo pudo sentir como Akia se relajaba lentamente, dejando que Brian manejara el beso y explorara libremente su boca. Hasta que su pulgoso rompió el beso al darse cuenta que las manos del águila sostenían su trasero, atrayéndolo para que se rosara con el dolorido pene que largaba gotas de presemen.
—Tiene que haber un lubricante detrás tuyo, en la cama— susurró en el oído de Akia, haciendo que este se incorporara, arrodillándose dubitativo, pero girando igualmente su torso para luego volver a girar con el lubricante en mano.
Brian no podía alejar la mirada de esos pezones que lo invitaban a lamerlos y chuparlos, para luego seguir bajando y encontrarse con la grata sorpresa de que Akia se encontraba más que duro, la mancha de humedad era notorio a través de esa tela que escondía el miembro de su pulgoso.
Estaba por decirle que se desnudara por completo, pero su aire se escapo de sus pulmones al sentir la mano de Akia sobar su necesitado pene con ese líquido frío. ¡¿Cuánto tiempo llevaba duro?! Realmente le dolía y sabía que no iba a durar nada.
Como sospechaba, se vino como un adolescente cachondo por unas pocas sobadas manchando todo el pecho de Akia quien lo miraba mordiéndose el labio, más bien miraba como su pene se venía sin control.
—Que lastima— dijo jadeando y encontrándose con la mirada confundida del lobo —, eso tendría que haber terminado en tu interior...
Mentalmente se dio una apuñalada por lo que dijo. Esperó la peor reacción de su orgulloso pulgoso ante lo que dejó escapar de sus labios, pero nada de lo que imaginó en esos segundos era comparado con lo que estaba por ver...
Akia realmente no podía pensar en nada ni nadie más que en Brian. Se puso de pie rápidamente y notó que su pareja, ayudado de sus codos, se sentó en el suelo para decirle algo, pero su boca solo quedo abierta y sin producir sonido alguno cuando comenzó a desabrochar su pantalón y luego a abrir el sierre para sacarse la ropa. Quedando totalmente desnudo al igual que Brian, que dejo esa cara de incrédulo para mirarlo sonriendo, de una manera que molestaba a Akia pero que a la vez lo seducía.
Sus rodillas ardían de tanto estar arrodillado en el suelo, ya no le importaba más parecer una perra, solo eran ellos dos en el cuarto y quería sentir a su pareja sin restringirse más. Desvió la mirada de esos ojos azules y se recostó en la cama permitiéndole a Brian acomodarse entre sus piernas, sorprendiéndose al ver que estaba duro nuevamente.
—te prometo que la próxima vez seré gentil, pero ahora realmente no puedo aguantar más— dijo el águila con la respiración entrecortada y con su cabello negro pegado en parte de su rostro por la transpiración.
Akia no aparto la mirada cuando sintió la invasión de un dedo en su entrada moviéndose a toda prisa para luego meter otro aparentemente con ese líquido frío. No era tan doloroso, aunque si le resultaba incomodo.
Gruñó cuando esos dedos a los que se estaba acostumbrando de repente se alejaron, pudo notar la sonrisa de águila ante su acción y luego sintió como la cabeza del miembro de Brian intentaba ingresar en su estrecho interior, contuvo el aire al sentir el fuerte ardor cuando lentamente era penetrado.
—Mierda... relájate y respira, cariño— escuchó decir a Brian. Claro que era más fácil decirlo que hacerlo pensó Akia mientras se acostumbraba a la sensación en su interior. Luego, de lo que le pareció un segundo, comenzó a sentir como de a poco Brian comenzaba a sacar su pene para luego volverlo a meter haciendo que su espalda se curvara por la sensación extraña y dolorosa.
Brian por otro lado se sentía en el cielo, ni siquiera notó cuando Akia clavó sus garrar en su brazo al jalarlo o el momento en el que comenzó a desgarrar la piel de su espalda con cada golpe que le propinaba a su estrecho interior. Sentía como si un puño estuviera sujetando su pene y dolía un poco, pero no se sentía nada mal.
Hubiera querido preparar mejor a su pulgoso para su primera vez juntos, pero estaba al borde, no podía contenerse más. Comenzó a bombear más fuertemente al escuchar un gemido escaparse de los labios de Akia, dándole a entender que había dado en el blanco, y rápidamente repitió el mismo golpeteo en ese lugar logrando más gemidos del lobo. Se encendió más al sentir los labios de Akia besar su cuello para luego lamerlo y chuparlo fuertemente.
—¡Brian!— exclamó casi como un grito, haciendo que el águila se apresurara más al darse cuenta que sus caderas también se estaban moviendo al mismo ritmo —Me... me aceptas como tu pareja...
¿Eso fue una pregunta o afirmación? Brian no estaba seguro, pero si se trataba de una pregunta la respuesta era que si sin dudarlo.
—Te amo Akia— dijo sorprendiéndose el mismo por lo que acababa de decir —...y claro que acepto ser tu pareja, pulgoso.
Una electricidad recorrió todo su cuerpo haciendo que se viniera cuando Akia mordió en ese lugar que tanto había chupado, besado y lamido. No entendía bien porque lo mordió, aunque no le molesto en absoluto, en realidad le encanto la sensación que le trasmitió en ese momento.
—Eso va a dejar una marca de acoplamiento— le informó Akia murmurándole en el oído —. Los lobos dejamos esa marca a nuestra pareja.
—Bueno, ahora que tengo la mente fría te puedo confirmar que si quiero ser su pareja...
—Igualmente esto no se puede deshacer si ya te arrepentiste...
—Era una broma cariño— dijo y sintió como la tensión en los hombros de Akia se diluía mientras le susurró un ok antes de dormirse debajo suyo.
Lentamente salió del interior del lobo sonriendo como idiota, sin intensión de despertarlo se encamino rápidamente al baño para buscar unas toallas de mano para remojarlas y limpiar a su pareja que había quedado inconsciente.
Se sentía completo al estar de esta forma con Akia. Al terminar su trabajo bostezó cansado por las pocas horas de sueño que tuvo en el ultimo tiempo. Jaló a su pulgoso para que lo abrasaran y luego de darle un beso en la mejilla, se dejo vencer por el sueño y el cansancio, rogando que esta actitud de Akia no cambie al amanecer...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario