viernes, 11 de septiembre de 2015

Tentadora sumisión- Capítulo v

El cielo estaba cubierto de estrellas y la luna brillaba intensamente. La calma que sentía después de correr en su forma de lobo, junto con sus hermanos, era una de las cosas que más apreciaba de su vida. Correr hasta sentir dolor en sus patas para desahogarse y mantener el control de sus sentimientos e impulsos naturales. Su instinto de proteger a sus hermanos de quien los lastimaba emocionalmente era cada vez más difícil de mantener a raya.
El Alfa realmente está decepcionado de tenernos como sus hijos. Tienes suerte Akia, no entras en el paquete ya que tienes su aprobación...en cambio a nosotros nos desprecia.
Kira se recostó resignada para ver las estrellas junto al par que escuchaban su comentario.
Nos esforzamos tanto... pero es inútil suspiró Asher mirando al cielo nocturno . Kira, siempre vas a ser una mujer y yo... siempre seré "un error de la naturaleza"
Basta Akia ya no podía escuchar más los lamentos de sus hermanos. Odiaba ver cómo eran despreciados, que ellos pensaran que era aprobado por su padre siendo que no —. Kira, a pesar de ser mujer eres mucho más fuerte y hábil que muchos guerreros de nuestra manada y un día serás respetada como te lo mereces por tu esfuerzo y Asher nunca pienses en ti de esa forma, sos perfecto tal y como eres, no importa lo que diga nuestro padre. Inteligente y hábil en combate ¿Qué más te falta para ser perfecto? Yo los amo y nuestro padre está ciego para no poder ver lo grandiosos que ustedes son...
Solo fue cuestión de tiempo para que el control de Akia se perdiera y su instinto lo dominara. Con dieciocho años era considerado todavía un cachorro inmaduro e igualmente eso no le importo ni un poco al ver la mano de su padre levantarse para golpear a Kira, justo después de ya haberle dado un golpe a su hermano Asher. Un sonoro gruñido había paralizado a todo el mundo, ese día Akia derrotó a su Alfa y tomó su lugar.
—¡Akia!— escuchó que Brian gritó a lo lejos. Luego de haberse entregado a su pareja soñó con el día en el que se convirtió en Alfa. Recordó como casi asesina a su padre y que a pesar de resultar vencedor no salió ileso, sus heridas fueron casi mortales. Tardó un poco en sanar y mientras se recuperaba sus hermanos no se separaban de su lado.
"Pensamos que te mataría, nunca más nos hagas pasar por algo así."
El aroma de su pareja le indicaba que se encontraba cerca. No quería alarmarlo, pero necesitaba correr libremente como un lobo para relajarse y pensar en lo sucedido.
Akia había despertado de madrugada siendo abrazado y sintiendo la hombría del águila por detrás, haciéndole recordar todo lo ocurrido mientras que Brian dormía plácidamente. Mientras viajaban pudo notar su cansancio y al verlo descansar no quiso molestarlo, sin contar que se sentía avergonzado de lo que había sucedido, no arrepentido pero si avergonzado.
Logró llegar hasta la camioneta agradeciendo que se hayan estacionado lejos. De pronto se sintió observado, fue solo un momento y luego esa sensación se fue.
—aquí estas...— Brian se acercaba rápidamente al lobo con una cara de pocos amigos. Pero al estar a escasos pasos de su pareja su expresión cambió a una de alivio —¿Por qué te fuiste sin avisarme?
El lobo se dejo acariciar. Se sentía extraño por dejarse tratar de esta manera. De pronto recordó que antes de irse a correr vio a Brian desnudo y tendido en la cama, haciéndolo revivir esa sensación cuando se dejo hacer el... ¿El amor? Eso era cursi y en realidad, si se ponía a analizar más de lo que ya lo había hecho mientras corría, no estaba seguro de si lo que hicieron fue solo sexo y nada más.
>>¿Realmente lo dejé hacerme eso?<<
Pensó avergonzado, no quería ser visto de esa forma por nadie, ni por Brian. Además no era momento para distraerse si alguien los estaba observando.
—Eres muy lindo en tu forma de lobo cariño, pero de esta manera no podemos hablar y algún humano podría verte— un bajo gruñido salió de Akia y luego se alejó.
Tenía que dejar claras muchas cosas con su pareja y lo que encabezaba su lista era la orden que le dio antes de acoplarse y después ese tipo de palabras con la que se refería a su persona, como "lindo" o "cariño", cosas que no podían ser escuchadas por su manada. Al aceptar ser su pareja, Brian se convirtió automáticamente en un miembro y en nada menos que la pareja del Alfa. Eran muchas cosas las que tenían que hablar, pero si era acariciado por el no podría hacerlo.
Akia volvió a su forma humana y esquivó a Brian para poder entrar rápidamente a la camioneta y ponerse algo de ropa. Al ser un cambia formas el ver a otros y estar el mismo desnudo siempre fue normal, pero estar sin ropa frente a su pareja era imposible, se sentía expuesto y vulnerable ante esos ojos azules que lo observaban.
—Voy a pagar la cuenta así nos vamos. No podemos quedarnos en un mismo sitio mucho tiempo.
—Ok, hazlo.
Brian camino masajeándose la cabeza para calmarse. Otra vez el pulgoso había vuelto a ser un idiota.
>>Este va a ser un largo camino<<
Antes, cuando despertó y se percato de la falta de Akia, muchas cosas pasaron por su cabeza y salió en su búsqueda desesperado. Porque a pesar de que sentía que su pareja estaba cerca no quería arriesgarse.
Después de encontrarlo se reprochó el haberse acoplado con el pulgoso sin estar cien por ciento seguro de que era lo que deseaba Akia y que no era solo impulsado por la excitación del momento. Para su pesar, por cómo fue esquivado y dejado solo en la cama llegó a la conclusión de que su pulgoso estaba arrepentido de lo que paso en la noche.
Su teléfono comenzó a sonar mientras se encontraba pagando la cuenta. Rechazó la llamada al ver que se trataba de una de sus hermanas y luego de despedirse de la recepcionista se encaminó de regreso a donde se encontraba su pareja.
Al volver, su irritación comenzó a subir al ver que el rostro de Akia estaba serio, sin ningún indicio de preocupación por la situación de ambos, mientras que el estaba preocupado. Subió a la camioneta azotando la puerta inconscientemente fuerte. Estaba a punto de explotar ¿Así iba a ser su vida con Akia? Lo miró de reojo para ver alguna reacción del lobo por su manera de ingresar a la camioneta, pero al parecer este ni se inmuto por el golpe ni el ceño fruncido de Brian.
Otra vez el teléfono comenzó a sonar una y otra vez, lo ignoró deseando apagarlo, pero no podía arriesgarse a perder una llamada del consejo o de la ejecutora, madre de su pulgoso.
—¿No piensas atender?
—Estoy conduciendo pul... Akia
—Entonces apártate del camino y contesta, si te están llamando tantas veces debe ser por alguna razón.
Brian estaba a punto de contestarle, guiándose por el mal humor del momento, pero el bendito teléfono comenzó a sonar nuevamente. De mala gana se apartó del camino y atendió la llamada.
—¡¿Qué?!— gritó sabiendo que estaba largando su frustración contra alguna de sus hermanas o su madre.
Ah... Yo que estaba preocupada y con el corazón en la boca por no saber nada de mi querido hermano ¡y el imbécil me contesta de esa manera!
¿Qué quieres Alina?— suspiró esperando poder distraerse con alguna de las estupideces que seguro soltaría su hermana. Nunca imaginó pensar esto, pero de verdad que extrañaba a esas revoltosas que no lo dejaban en paz.
—Primero que nada una foto de mi cuñadito, segundo, informarte que mamá está muy preocupada y tercero, pero no menos importante, que Bell dijo que si te acoplaste con el lobo tienen charlar algunas cosas contigo... ¡Akia! ¡Por fin vamos a conocernos! ¡Has sufrir a Brian, pero no tanto! ¡Y...
Cortó la llamada. Su oído latía por el grito de su hermana. Notó que Akia pegó un salto cuando Alina gritó su nombre.
—Sabes... ella, al igual que yo, no sabe mucho sobre sus jerarquías o costumbres, así que no te molestes si no te llamó "Alfa" antes de decir tu nombre.
—Tiene una voz muy potente— negó con la cabeza y miró hacia el frente mordiéndose el labio —, mi oído es más sensitivo que el de ustedes... mis hermanos y Galo me llaman solo por mi nombre cuando estamos a solas, no me molesta mientras no haya un miembro del consejo o alguno de mi manada presente.
—Lo tendré en cuenta, cariño.
>>Cariño<<
Ese tipo de palabras no podían ser escuchadas por nadie. Solo tenía que explicarle a Brian que no le hablara de esa forma, que no sería bien visto. Tragando saliva dejó de mirar hacia el frente y se giró para encarar al águila, pero su mente quedo en blanco al instante al toparse con esos ojos azules.
—¿Akia?— El águila alcanzó el rostro de su pulgoso con su mano y este frunció el ceño mientras bajaba la mirada. Brian sonrió ante esa imagen olvidándose de su mal humor.
—Mírame, cariño.
—No me llames cariño, ni lindo o... pulgoso.
—Sabes que lo de pulgoso lo digo con afecto, no es para insultarte. Aunque al principio si era para molestarte, pero ahora ya no es así— sonrió viendo como Akia hacia una mueca, seguramente inconscientemente, y luego asintió con la cabeza. Todo esto sin mirarlo —. Eres como un cachorro Akia.
Ahora si logró que el lobo levantara la mirada. Mostrando su molestía por su ultima referencia hacia el.
—Se que no eres un cachorro— sonrió con el estremecimiento de Akia cuando acaricio su cuello y subió de nuevo hacia su rostro para pasar un dedo por sus labios —pero es que eres tan jodidamente tierno, como un orgulloso cachorro inexperto...
Sin darle el tiempo para alguna replica se le abalanzó para besarlo. Disfrutando tanto cuando Akia entreabrió la boca aceptándolo y dejándose explorar automáticamente. Quería dejar esos labios hinchados de tanto morderlos y succionarlos, su deseos se vieron igualmente interrumpidos de repente cuan su pulgoso gruñó apartándolo para dejar salir sus garras, colmillos y con sus ojos tornándose dorados.
Brian pensó que se molesto por sus comentarios, pero rápidamente notó dos presencias familiares cerca de donde se encontraban. Eran las dos hienas que estaban tras el rastro de Akia. Se encontraban escondidas entre la maleza.
Parecían más asustadas por encontrarlos que amenazantes y por eso no se apresuró a tomar ninguna de sus armas, pero lo que Brian no sabía era que una de las peores cosas que podrían pasarle era ser considerado una amenaza por un lobo para su pareja.
Los lobos eran capases de perder la razón si se trataba de proteger lo que consideran suyo de una amenaza potente. Y eso eran esas hienas con el olor de ese mercenario impregnado en ellas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario